Había una vez un punto ínfimo y nimio, que de la nada explotó y formó un espacio vacío y sombrío. Hubo una vez en el tiempo, cuando el negro era rey de los cielos, una explosión en la que se hizo todo, incluyendo además esta cosa que llamamos piélago. También la llamamos "la mar", y prefiero decirle así para hacerla rimar. Esta era verde, transparente y callada; en ella habían moléculas que giraban a su alrededor y juntas vivían en paz antes que nada. Pasaron los años y las cenizas, y por causas divinas, estas moléculas formaron la vida, cabe destacar que según ustedes, fueron por radiación ultravioleta y proteínas.
Al principio todo iba bien, pero pronto la vida comenzó a crecer; bacterias y cosas por el estilo crearon células que formarían su propio destino.
Entonces la mar, sigilosa empezó a sospechar que sus hijas queridas se iban a marchar. Así pasó, pues estas células crecieron y se fueron a la tierra, por lo que la mar les declaró la guerra. Las células allí evolucionaron, y como dicen las malas lenguas, se “seleccionaron”; reptiles gigantes llegaron a ser, para burlarse de la mar y así poderla ver.
Pero la mar silenciosa no dijo nada, pues en el perdón no existe venganza, no así con fortaleza se le puede hacer revancha; por lo que no le importó esperar que viniera el cataclismo a liquidar.
El desastre arribó y se llevó lo malo de los colosos, sólo dejo los rastros de sus huesos y también a esas criaturas insignificantes parecidas a los ratones –que luego llegarían a ser ustedes, señores-. Los roedores avanzaron por el camino de la evolución, convirtiéndose en hombres y destrucción. Pero eso vendrá más adelante, no hay que apresurarse a la historia, pues no tendrá sentido contarla y saber lo que sucederá…
Los hombres se reprodujeron y por fin vieron lo que la mar les ofrecía, hasta que de ella se enamorarían generando paz y armonía.
La mar, ingenua, también se enamoró, sin saber que el hombre la traicionaría; la tonta no vio que el ser humano es malo y descarado, pues hasta mierda le tiro, sin su consentimiento la infestó y se baño en ella, como si fuera una prostituta o una falsa brisa pasajera. La inocente mar tampoco vio, que poco a poco el hombre se iba, tal y como los otros anteriormente la habían abandonado, como si el tiempo en círculos estuviera forjado.
Cuando por fin la mar se dio cuenta del descaro y la desvergüenza, tarde era, pues lo hecho, hecho está y al pasado ya no hay nada que hacerle.
Así que la mar se vengará y a todos os matara, castigará a cada uno de ustedes y dicen que lo hará con toda la tranquilidad –que siempre tuvo, por demás-.
Lo que aquí se contó, no es mentira, por lo que no vayan a creer que esto no va a suceder. Deben estar concientes de que no los ayudaré, pues a mi también me han hecho daño y mal les desearé. Prepárense y preocúpense, mis desafortunados, y hasta nunca, desventurados.
Al principio todo iba bien, pero pronto la vida comenzó a crecer; bacterias y cosas por el estilo crearon células que formarían su propio destino.
Entonces la mar, sigilosa empezó a sospechar que sus hijas queridas se iban a marchar. Así pasó, pues estas células crecieron y se fueron a la tierra, por lo que la mar les declaró la guerra. Las células allí evolucionaron, y como dicen las malas lenguas, se “seleccionaron”; reptiles gigantes llegaron a ser, para burlarse de la mar y así poderla ver.
Pero la mar silenciosa no dijo nada, pues en el perdón no existe venganza, no así con fortaleza se le puede hacer revancha; por lo que no le importó esperar que viniera el cataclismo a liquidar.
El desastre arribó y se llevó lo malo de los colosos, sólo dejo los rastros de sus huesos y también a esas criaturas insignificantes parecidas a los ratones –que luego llegarían a ser ustedes, señores-. Los roedores avanzaron por el camino de la evolución, convirtiéndose en hombres y destrucción. Pero eso vendrá más adelante, no hay que apresurarse a la historia, pues no tendrá sentido contarla y saber lo que sucederá…
Los hombres se reprodujeron y por fin vieron lo que la mar les ofrecía, hasta que de ella se enamorarían generando paz y armonía.
La mar, ingenua, también se enamoró, sin saber que el hombre la traicionaría; la tonta no vio que el ser humano es malo y descarado, pues hasta mierda le tiro, sin su consentimiento la infestó y se baño en ella, como si fuera una prostituta o una falsa brisa pasajera. La inocente mar tampoco vio, que poco a poco el hombre se iba, tal y como los otros anteriormente la habían abandonado, como si el tiempo en círculos estuviera forjado.
Cuando por fin la mar se dio cuenta del descaro y la desvergüenza, tarde era, pues lo hecho, hecho está y al pasado ya no hay nada que hacerle.
Así que la mar se vengará y a todos os matara, castigará a cada uno de ustedes y dicen que lo hará con toda la tranquilidad –que siempre tuvo, por demás-.
Lo que aquí se contó, no es mentira, por lo que no vayan a creer que esto no va a suceder. Deben estar concientes de que no los ayudaré, pues a mi también me han hecho daño y mal les desearé. Prepárense y preocúpense, mis desafortunados, y hasta nunca, desventurados.